26-01-2018
Un activo funciona como reserva de valor cuando puede ser guardado y cuyo poder de compra no desaparece con el tiempo. Las características del oro hicieron que durante miles de años sea una excelente opción, pero ahora nuevos criptoactivos como el Bitcoin intentan superarlo.
El Bitcoin y el oro tiene características similares que los hace valiosos: son escasos y, cada uno a su manera, inmutables. Uno es un metal precioso cuyo uso monetario comenzó hace miles de años y el otro un activo digital, pensado por un tal Satoshi Nakamoto para servir de medio de pago y reserva de valor. “Funciona por su emisión y cantidad limitada, su creciente uso y liquidez y su utilidad como un activo seguro, inconfiscable y de fácil transporte o transferencia”, explica Franco Amati, cofundador de la ONG Bitcoin Argentina.
Según el World Gold Council, hasta el momento se encontraron 187.000 toneladas de oro en al planeta. Por su parte, la cantidad de bitcoins que pueden ser emitidas está limitada a 21 millones, actualmente se generan 12,5 BTC cada 10 minutos y ya hay casi 17 millones en circulación. “Bitcoin tiene 9 años de vida e históricamente ha sido útil como reserva de valor porque, si bien es volátil en el corto plazo, demostró resguardar e incrementar su cotización en el largo plazo”, señala Amati.
Los hermanos Cameron y Tyler Winklevoss, dos remeros olímpicos que invirtieron millones en la primera criptomoneda, creen que el avance de la tecnología podría aumentar notablemente la oferta de oro, haciendo que su precio caiga. “Los metales preciosos son preciosos en la Tierra, pero no lo serán tanto si se abarata el acceso al espacio”, explicó Tyler en una entrevista con el Financial Times y señaló: “Suena a ciencia ficción, pero no es tan exagerado pensar que Elon Musk o alguien va a llegar a minar asteroides.”
Bitcoin es un proyecto abierto y el límite de 21 millones podría ser modificado, pero dejaría de ser Bitcoin. “Sería otra red y la original seguiría funcionando a pesar de que existan copias con otros límites”, destaca Amati sobre la escasez de la criptomoneda.
El oro no pierde su valor con el tiempo porque las características del metal, identificado por el símbolo Au -por Aurum, su nombre en latín- y el número atómico 79, lo hacen resistente a la corrosión. Esto lo hizo una mejor opción frente a otros como el cobre que con el tiempo se oxidan.
En el caso de Bitcoin, su inmutabilidad depende de la red descentralizada que lo sostiene. Por un lado, cada nodo guarda una copia del registro de transacciones y lo verifican para asegurarse de que nadie gaste bitcoins que no tiene y, por el otro, la red de mineros se encarga de validar las transacciones y permiten la circulación. Mientras que haya nodos que funcionen correctamente, los bitcoins guardados en una billetera permanecerán seguros.
Entre sus similitudes, también comparten un problema: actualmente, ninguno de los dos es un medio de pago eficiente. El oro no sirve como una moneda de uso corriente porque no es fraccionable. Una persona no puede ir a un bar, pedir un café y limar parte de su oro para pagarlo. Bitcoin, en cambio, puede ser dividida en cien millones de partes, es decir que tiene una unidad mínima de 0.00000001 BTC, pero es el estado actual de la red el que impide una transacción de este tamaño.
“Dadas las comisiones que existen, no sería económicamente viable porque el costo del envío supera al dinero enviado”, cuenta el cofundador de Bitcoin Argentina. Pero se están desarrollando soluciones para que la red pueda volver a procesar micropagos. “Este año esperamos contar con la llamada Lightning Network, una red que permitirá realizar transacciones prácticamente sin costos”, indica.
Es que la escalabilidad es uno de los principales problemas de Bitcoin. Mientras que Visa gestiona un promedio de 2.000 transacciones por segundo, la red descentralizada solo valida 3,5 por segundo, unas 300.000 por día, y esto no es suficiente si quiere transformarse en un medio de pago de uso corriente. Por ahora, para pagar el café es necesario hacerlo de forma tradicional, a través de alguna moneda alternativa o pagando una comisión que ronda los US$ 50.