25-09-2017
Cuuando días atrás Apple, la empresa más grande del mundo, anunció la nueva versión de su producto estrella, el iPhone, varios medios titularon con lo que consideraron su función más llamativa: el desbloqueo del dispositivo por reconocimiento facial del usuario. Se trataba, en efecto, de toda una novedad... pero para Apple: ya hay, en rigor, otros modelos en el mercado de marcas competidoras que permiten activar el teléfono por esta vía. Entre las muchas críticas negativas que aparecieron tras la presentación, la revista digital del MIT afirmó que Apple va a necesitar pronto una disrupción al nivel de iPhone en su momento -que cuando se lanzó, hace diez años, era algo completamente distinto- para mantener su posición dominante. "Hace diez años no había nada en el mercado que se acercara al iPhone en su diseño, experiencia de usuario y factor ¡guau! El iPhone y los App Stores, que llegaron un año después, no sólo redefinieron una categoría: crearon una completamente nueva", sostuvieron en el MIT.
Mantenerse a la altura de una disrupción semejante no es fácil, y lo mismo sucede con el resto de los gigantes de la tecnología que en la última década pasaron a dominar el ranking de empresas más valiosas del planeta. El inversor de riesgo y "criptoentusiasta" -así se autodescribe en su perfil de Twitter- Lou Kerner acuñó a principios de este año un acrónimo para este "club de los cinco" titanes del sector: el grupo "Famga", por las iniciales de las cinco empresas que lo componen: Facebook, Apple, Microsoft, Google y Amazon. Sólo el fondo de inversión de Warren Buffet Bershire Hathaway se codea en este grupo en tamaño de capitalización bursátil, pero se trata de colosos que en los últimos años se fueron despegando del resto (Oracle o Intel, las firmas de tecnología que les siguen, valen menos de la mitad que Facebook, el más chico de los Famga). Crecen a una tasa más alta, son más rentables y tienen centenares de miles de millones de dólares en cash para comprar competidores que amenacen con hacerles sombra. Son quienes mejor aprovecharon las "economías de hiperescala", o de redes, de la era digital, donde el ganador se lleva todo, y por tal motivo entran en el foco de apuestas entre inversores para ver quién es la primera compañía en la historia en llegar a un billón de dólares de capitalización (un trillón en inglés). Y también para ver cuál es la que primero caerá del podio.
"Esta concentración de capitalización de mercado en cinco pares de manos tendrá un creciente impacto negativo en la innovación y aumentará la concentración de la riqueza a niveles nunca vistos", opinó Kerner. Garry Kasparov, ex campeón mundial de ajedrez, criticó la pérdida de ímpetu disruptor de Apple -el miembro más valioso de los Famga- ya el año pasado, al señalar que estaban contratando más abogados para defender sus patentes que ingenieros para crear nuevos productos.
Mientras en Europa crecen los temores por prácticas anticompetitivas, en EE.UU. las autoridades regulatorias le bajan el tono al debate sobre eventuales abusos de posiciones dominantes.
Maureen Ohlausen, la directora de la Comisión Nacional de Comercio de los EE.UU. afirmó en un discurso que si bien algunos aseguran "que nos aproximamos en espiral a un futuro distópico, donde unos pocos gigantes tecnológicos irán ganando control sobre nuestra vida cotidiana", ella no cree en este pronóstico. Citó el antecedente de la fusión entre AOL y Time Warner a principios de la década pasada (y miren dónde está AOL ahora) y remarcó que compañías como Amazon y Google crecen sobre la base de buenas decisiones y popularidad, y que el foco de su oficina debe estar en el bienestar de los consumidores. En una reciente entrevista con LA NACION, la inversora y emprendedora argentina-coreana Rebeca Hwang contó que Silicon Valley sigue siendo un lugar donde "los David le pueden ganar a Goliat" y que ninguna posición dominante, especialmente en esta época de avance acelerado, dura para siempre.
"A pesar de que comparten este grupo Famga, se trata de cinco compañías muy diferentes, con distintos tipos de potencialidades y vulnerabilidades", dice Marcelo Rinesi, tecnólogo y científico de datos del Instituto Baikal. Rinesi se la pasa analizando la interacción entre nuevas tecnologías y modelos de negocios.
En el caso de Facebook, plantea Rinesi, su principal activo es su condición de "punto focal social", "que suelen ser muy estables... hasta que dejan de serlo y caen de golpe". "Lo que podría matarlo es una nueva forma de comunicación social, u otro canal de marketing más eficiente para capturar el dinero de la publicidad", agrega. En una reciente nota en Medium titulada "Por qué Facebook va a caer como el imperio romano" se alerta que los consumidores podrían hartarse del nivel de intromisión de la firma en su privacidad y de los grises-oscuros éticos (como las noticias falsas o la venta de publicidad asociada al "odio a los judíos", entre otros escándalos frecuentes).
Estos artículos hacen referencia a libros como Auge y caída de las grandes potencias, del historiador Paul Kennedy, o el genial Collapse, de Jared Diamond, para trazar analogías entre derrumbes de gigantes que se pensaban inexpugnables en el pasado y potenciales debacles de megaempresas en el futuro. En el ensayo Así es como Google colapsará: reporte desde un futuro muy cercano, post-Google, publicado en abril en Hacker Noon, Daniel Collin James especula con cómo un par de malas decisiones estratégicas combinadas con aciertos agresivos de sus competidores podrán convertir en pocos años al mayor buscador del planeta en irrelevante.
Para Rinesi, la fuerza de Google radica en su capacidad de capturar información y aplicar a escala inteligencia artificial, por eso invierten tanto en esta avenida tecnológica. "Son vulnerables estratégicamente a dejar de ser líderes en IA", explica. Si tiene que imaginar un declive para Amazon, lo ve por el lado de un backlash(contragolpe) regulatorio (en EE.UU. el gigante vende un 50